La moxibustión es un método de tratamiento muy antiguo, anterior incluso a la acupuntura. La técnica, genéricamente, consiste en el tratamiento mediante el calor y el humo de determinados productos vegetales.
En la moxibustión el calor se obtiene quemando una planta conocida como ‘moxa’ o artemisa vulgaris (en su acepción científica). Mediante la transmisión de este calor se consigue que los impulsos provocados por las terminaciones nerviosas de la piel dilaten los capilares, de manera que se mejora la circulación general del cuerpo y, más concretamente, de los puntos sobre los que se aplica directamente este calor. El objetivo es conseguir equilibrar lo que los chinos denominan Qi o energía vital. La moxibustión no sólo consigue una agradable relajación corporal, si no también contribuye a mejorar determinadas dolencias como, por ejemplo, los dolores articulares, lumbago, alteraciones digestivas (náuseas o digestiones pesadas), dolores menstruales, insomnio…